Nuestra propuesta para la casa del río no se resume en un objeto ensimismado y arrogante, posado indiferentemente en el terreno. Ni en resolver un programa arquitectónico, al que más tarde un ejercicio de paisajismo dará el contexto adecuado. Al contrario, buscamos una respuesta unitaria, integrada y que se debe al lugar que la ve nacer. Que se oculta al frío del norte y a miradas extrañas, para abrirse con seguridad al sol y a las vistas del río cercano. Que dispone de sus propias leyes de formación, de ocupación de la parcela, una geometría a su disposición que indica incluso el camino del crecimiento futuro, si así se deseara. Que organiza los recorridos desde la entrada de un modo práctico, pero también sensual, favoreciendo vistas y transparencias donde corresponde, mientras que evita, en otras ocasiones, mostrar, mostrar demasiado o mostrar demasiado pronto. Una casa de gran superficie y programa extenso, muy ambiciosa en sus exigencias de habitabilidad y representación pero, al mismo tiempo, fácil de construir, que se aleja de soluciones dudosas y extravagantes y que propone un mantenimiento razonable. De muros de piedra y de madera, de cubiertas de cobre: materiales a los que el paso del tiempo sabe recompensar como se merecen. Una casa cuya imagen hace perfectamente compatible la sensación de protección que ofrecen sus tejados, y sus habitantes requieren, con la apertura de sus fachadas al sol, al río, al jardín: a la naturaleza, en suma.

Proyecto a cargo de ujo+partners con la colaboración de Iñigo Amézola.